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jueves, 20 de julio de 2017

Dejad que los niños...jueguen solos.


En mi día a día como psicopedagoga y en los años en los que he trabajado en aula como maestra he podido experimentar con distintas teorías del aprendizaje. Muchas de ellas se basan en la interacción con el niño: planteando situaciones, ayudándoles a resolverlas, dividiéndoselas en pasos para que lo logren... Pero a mí la que más me gusta es en la que el adulto observa, sin intervenir y analiza cómo el niño se relaciona, construye aprendizajes solo, resuelve conflictos y utiliza sus recursos...

En algunas consultas realizadas con los padres me preguntan si tienen que jugar más con sus hijos, que no saben jugar solos, que a ellos les cuesta  mucho compaginar lo que tienen que hacer en el trabajo, en casa o simplemente el tiempo de descanso que también necesitan, con ese tiempo de atención constante con el niño.

Y, sinceramente, está muy bien que juguemos con nuestros hijos, si se puede, pues este tiempo creará lazos, recuerdos y momentos maravillosos. Pero.... los niños también tienen que aprender a jugar solos, descubrir por sí mismos...
Lo que digo no es nada nuevo, autores como Bruner y metodologías que ahora están en pleno auge, que vuelve a resurgir, porque no son nuevas, como la de Montessori, Reggio Emilia...etc, nos hablan de esto, del niño que experimenta con autonomía e independencia del adulto, aunque sea éste el que proporcione las condiciones propicias para ello y proponen al educador como observador y mediador del aprendizaje.

Teniendo en cuenta esto, los beneficios que planteo son los siguientes:

  1. Para el niño:
    • Fomento de la creatividad: Él mismo creará el juego que se invente en ese momento, sin directrices del adulto. Creará de la nada, imaginará historias, personajes y escenarios.
    • Resolución de conflictos por sí mismo: Cuando no logre realizar algo que se había propuesto o utilizar un objeto como él quería, intentará ver qué opciones tiene, cómo hacerlo. Con otros niños, en su interacción, utilizará sus propios recursos y creará otros.
    • Autonomía: Realizará las cosas por sí mismo, sin ayuda o, por lo menos, lo intentará.
    • Independencia del adulto: Nos requerirá sólo cuando sea imprescindible, no en todo momento. En ocasiones, pueden caer en una indefensión aprendida porque siempre les ayudamos a solucionar sus problemas y llega un momento que ni lo intentan por sí solos, piensan que lo natural es que nosotros lo hagamos.
    • Seguridad en sí mismo: El ir superando obstáculos, consiguiendo logros por sí mismo irá reforzando su autoestima y les dará pie para seguir aceptando nuevos retos. No necesitarán nuestra aprobación para todo lo que hagan.
    • Descubrimiento de las distintas posibilidades de juego que puede tener un mismo material: Una de las cosas que más me gusta es darles un material y dejar que ellos lo manipulen libremente sin que sea necesario que les explique qué es lo que tienen que hacer. Merece la pena ver qué es lo que hacen porque ellos mismos llegan a la misma conclusión pero por caminos diferentes o inventan otra manera de jugar que nosotros ni nos hubiéramos planteado en un principio.
      2. Para los padres:
    • Observación de comportamientos que habitualmente no suceden en nuestra presencia: ¿Habéis observado a vuestros hijos mientras juegan sin que lo sepan? Es uno de los regalos que tenemos los padres y educadores. El ver cómo se expresan, qué es lo que hacen, cómo se comportan...Les veremos en su esencia.
    • Tiempo para realizar otras tareas: Si ellos y nosotros somos capaces de respetar sus tiempos de juego en solitario y en su caso el que podamos tener otras cosas que hacer, les estaremos también enseñando a esperar.
    • Conocimiento de cómo aprende nuestro hijo: ver qué recursos utiliza, si es más visual, kinestésico o auditivo, si se frustra con facilidad o persiste en sus objetivos...

Las situaciones más propicias donde podemos observarles:

- El parque u otros momentos con niños.
- Situaciones en las que nosotros decidamos que jueguen solos porque tengamos que realizar algo o incluso que el niño de manera espontánea comience el juego.


Esto que planteo es una recomendación, otra forma de ver a nuestros hijos. Entiendo que por el poco tiempo que pasamos con ellos, necesitamos "estar" pero  no es excluyente, podemos hacerlo de las dos formas; no obstante, es importante que no caigamos en ser los que entretengamos a nuestros hijos  constantemente y que ellos no sepan jugar de otra manera porque tampoco sería positivo para ellos.
En el término medio está la virtud, que no se nos olvide.


La imagen puede contener: una o varias personas y exterior


2 comentarios:

  1. Tengo una niña de 18 meses que por circunstancias ha tenido que jugar sola en su habitación en muchos momentos. Pero no tiene un juego estructurado. Si se frustra con facilidad... noto que "juega" más tranquila en su habitacion que cuando está conmigo, pero se distrae facilmente. A veces me preocupa que cuando juega no se mueve demasiado, se sienta y mira sus juguetes. Pero no hace nada. Otras veces solo los recoge.

    Yo juego con ella a menudo. Aveces solo observo y otras intento formar parte pero es complicado. Siento dudas, imagino que a todos los padres nos pasa. También de vez en cuando hacemos un acercamiento del juego heuristico o le saco su cesto de tesoros y si veo que le gusta y pasa tiempo mirando los objetos. Pero con el resto de juguetes nada de nada.

    Gracias por tu post, me sentia un poco mal por que aveces tuviera que jugar sola, pero ya veo que no es malo. Todo en su justa medida.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Los niños necesitan también jugar solos, pero a veces por no poder estar mucho tiempo con ellos nos sentimos mal;pero, seguramente, si echamos la vista atrás veremos que la mayoría de nosotros hemos jugado mucho solos y nuestros padres no se sentaban a jugar con nosotros.
      Cuando sí juegues con ella puedes intentar darle opciones de juego con los objetos para que amplíe su repertorio.

      Un saludo

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