Son las doce de la noche Pablo de tres años comienza a llorar y a gritar con el consabido susto de sus padres. Los padres van corriendo a la habitación. No saben qué le pasa y, a pesar de su intento por consolarle, no lo consiguen. Sigue dormido y no escucha. Cuando consiguen despertarle, no sabe de que le hablan, se muestra sorprendido pero se vuelve a dormir enseguida.
Este es un claro ejemplo de lo que son los terrores nocturnos. Habitualmente, se dan en torno a los dos-tres años de edad. No todos los niños los tienen, es más, suelen ser bastantes pocos los que sí. Pero si conseguimos identificarlos, podremos poder responder de manera adecuada a la situación.
Sus características son:
- Fuerte agitación en el niño, mostrando llanto, a veces se mueven mucho e incluso pueden llegar a sentarse o levantarse de la cama.
- Se suele dar en la primera mitad de la noche.
- El niño no recuerda lo que soñaba y se muestra como aturdido.
Son una consecuencia de la inmadurez del sistema nervioso. Por tanto, a medida que éste vaya madurando, irán desapareciendo. Sí que es cierto que hay estudios que certifican la importancia de los momentos previos a acostar a los niños. Por ello, hay que seguir las siguientes pautas para reducir su incidencia:
- Seguir siempre la misma rutina antes de acostarse. Jugar-baño-cenar-cuento-beso a los muñecos (ejemplo)- beso a los papás y hermanos-acostarse. Es muy importante, pues esto les da seguridad y, sobre todo a los más pequeños, les ayuda a estructurar el tiempo
- No realizar actividades que les puedan estresar o les agiten .
- Aprovechar esos momentos previos para conversar con ellos y relajarse.
- Intentar que su hora de acostarse no sea muy tardía.
- Mantener la calma y dejar que pase. Se suelen quedar dormidos plácidamente después.
- No despertar al niño, ni intentar que nos diga qué le pasa. Después le costará más conciliar el sueño.
- Vigilar que no se de ningún golpe o se caiga de la cama. Realmente, esta es nuestra misión en este caso.
- No llevarle a nuestra cama, ni dormir con él, no hace falta y podemos reforzar positivamente el hecho.
Por otro lado, estas son las características de las pesadillas:
- Se dan en la segunda mitad de la noche
- El niño nos puede narrar el contenido del sueño y se acuerda.
- Cuando se despiertan, que es cuando nosotros nos enteraremos de que tiene una pesadilla por el llanto y los gritos, se despiertan asustados y con miedo.
- No hay tanto movimiento ni verbalizaciones como en los terrores nocturnos.
¿Cómo debemos actuar?
- preguntarle qué le ha pasado y calmarle explicándole que ha sido sólo un sueño que no ha ocurrido en realidad.
- Intentar relajarle para que vuelva a conciliar el sueño. A través de respiraciones, si está muy agitado; darle un vaso de agua.
- No dormir con él, ni llevarle a nuestra cama. Se tienen que dormir solos.
- Es mejor hablar al día siguiente sobre lo que ha sucedido por si hay algo que le preocupa.
- No mostrarnos excesivamente preocupados para poder darle la seguridad que necesita.
En la dura pero bonita tarea de ser padres a veces nos encontramos con situaciones a las que no sabemos cómo enfrentarnos. Espero que este post os haya ayudado con una de ellas.
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