Hace años en un parque, como cualquier otro, presencié una escena bastante inspiradora para este artículo. Una madre le daba indicaciones a su hijo, de unos cuatro años, sobre su juego en un columpio del parque. El niño cuya torpeza motriz era evidente, no hacía más que pedir la aprobación de su madre en todo lo que iba haciendo y, su madre, no paraba de repetir : " no te tires..., ...no hagas..., ten cuidado...". El niño con cara de susto, estaba "jugando" solo y prácticamente paralizado. En ese momento pensé: " No sé para qué le trae a un parque, si no le deja hacer nada".
Por eso, considero que la sobreprotección es algo contra la que madres, padres, familiares debemos luchar.
A veces, no son los padres los que sobreprotegen, en ocasiones los abuelos también juegan un papel importante y, en este aspecto, aunque no quiero generalizar, se nota mucho los niños que pasan mucho tiempo con los abuelos.
Por eso, en este post, os quiero proponer qué beneficios podemos conseguir de la no sobreprotección y cómo.
En la parte del qué destacaré los siguientes puntos:
Por eso, considero que la sobreprotección es algo contra la que madres, padres, familiares debemos luchar.
A veces, no son los padres los que sobreprotegen, en ocasiones los abuelos también juegan un papel importante y, en este aspecto, aunque no quiero generalizar, se nota mucho los niños que pasan mucho tiempo con los abuelos.
Por eso, en este post, os quiero proponer qué beneficios podemos conseguir de la no sobreprotección y cómo.
En la parte del qué destacaré los siguientes puntos:
- Autonomía: cuando un niño se siente libre, experimenta y práctica los aprendizajes, a la larga será más autónomo.
- Seguridad en sí mismo: un niño que es consciente de sus fortalezas y debilidades está más seguro antes nuevas situaciones.
- Sociabilidad: si experimenta con sus iguales fuera de la seguridad de los padres, es más probable que sea más sociable, que aprendan a resolver sus propios conflictos...
- Mayor desarrollo de la motricidad gruesa. Un niño que explora su entorno, sube, baja, corre... Está desarrollando una mayor coordinación de su cuerpo en cada nueva situación.
- Motricidad fina: a veces el uso de las tijeras, punzones... Se retrasa por miedo pero, ciertamente, les ayuda a desarrollarse.
- Mayor aprendizaje: cuantas más experiencias viva el niño más aprendizajes y conocimientos adquirirá.
- Relaciones causa- efecto: pueden aprender las consecuencias de sus actos a través de las vivencias de los demás, pero sólo a través de su experiencia, el aprendizaje será significativo realmente.
Cómo:
- Respetando su ritmo de desarrollo: hay niños más intrépidos, otros más cautos. Cada uno nos va a ir pidiendo lo que necesita. Debemos estar receptivos y ajustarnos a sus necesidades. Por ejemplo: un niño quiere aprender a patinar, pero nos da miedo que se caiga. No debemos negarle que lo haga, es más,debemos apoyarle.
- Estimulando su aprendizaje. Ofrecerle variedad de experiencias donde pueda desarrollarse, como dejarle con sus tíos a dormir en su casa, llevarle a parques distintos, cocinar con ellos, ...
- Superando nuestros miedos. A veces hay que asumir el riesgo de que les pueda pasar algo. Pero debemos pensar que en el fondo les estamos beneficiando. No se puede tener el control de todo, ni pretenderlo. Se caerán, se decepcionarán, forma parte de la vida y no vamos a estar siempre salvaguardándoles.
- Dándoles seguridad. Animándoles a qué se arriesguen, disimulando nuestros nervios, ofrecerles nuestra sonrisa y refuerzo positivo ante sus avances.
- Haciéndoles reflexionar sobre un hecho particular. Para que vean las consecuencias de sus actos.
- Dejando que se equivoquen. Si lo viven, lo aprenderán.
- Dándoles libertad. En las decisiones, dejarles que tengan su espacio
- Sin prohibir. A veces se consigue el efecto contrario, una mayor curiosidad y, no nos engañemos, a todos en algún momento les gusta retar a la autoridad y hacer lo que no deben.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, Cristina. Y Seguro que aún podría añadir alguna cosilla más. Nuestro instinto de protección de padres no puede cegarnos e impedir que se desarrollen como lo que son: niños. Deben caerse y levantarse, subir y bajar, intentar y fracasar, es su aprendizaje. Y nuestro trabajo debe estar a la sombra: con un cuchillo sin filo, unas tijeras de punta redonda, unos patines apropiados, un y ....y una caja de tiritas, con mucha paciencia. Margarita
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo, Cristina. Y Seguro que aún podría añadir alguna cosilla más. Nuestro instinto de protección de padres no puede cegarnos e impedir que se desarrollen como lo que son: niños. Deben caerse y levantarse, subir y bajar, intentar y fracasar, es su aprendizaje. Y nuestro trabajo debe estar a la sombra: con un cuchillo sin filo, unas tijeras de punta redonda, unos patines apropiados, un y ....y una caja de tiritas, con mucha paciencia. Margarita
ResponderEliminarGracias por tu comentario Coc koriko. Un abrazo
EliminarCristina no puedo estar más de acuerdo. Parece que se nos ha olvidado cuanta mercromina y agua oxigenada han gastado nuestros padres con nosotros. También pienso que la sobreprotección va un poco con el tiempo actual, sólo hay que ver los parques infantiles como han cambiado, las miles de normas que nos rodean en cuanto a la seguridad infantil. Todo esto también ayuda a que nos inclinemos a ser más sobreprotectores de lo que deberíamos.
ResponderEliminarTambién estoy de acuerdo contigo Juan Luis. Cada vez salen al mercado más productos que nos facilitan la vida en este aspecto, pero también nos ponen en alerta sobre lo que antes ni nos llamaba la atención.
EliminarCompletamente de acuerdo contigo, los pequeños, además, se hacen inconscientes de los peligros porque piensan que siempre hay un adulto para protegerles, siendo así más dependientes y mucho menos autónomos.
ResponderEliminarTe he dejado un regalito en:
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¡Un abrazo!