sábado, 8 de septiembre de 2018

Disciplina...si es restaurativa, mejor.


Actualmente, aparte de psicopedagoga, maestra y madre, también soy mediadora de conflictos. 

La mediación me ha ayudado a encajar muchas piezas y recursos que había estado utilizando en mi vida profesional y personal de manera intuitiva, me ha hecho ser consciente de las mismas y racionalizarlas. 

Entre estos recursos cabe destacar las prácticas restaurativas que son, básicamente,  aquellas que hacen que los niños asuman las consecuencias sus acciones, reflexionen y reparen el daño causado o busquen una solución a lo que han hecho.

La disciplina restaurativa, como yo la llamo, tiene su base en la justicia restaurativa donde el causante del daño (victimario) sea consciente del mismo y busque la manera de compensar a la persona a la que se ha dañado (víctima), normalmente mediante una nueva acción positiva, implicando a todas las partes del conflicto.

Partiendo de que toda acción tiene una consecuencia, no soy partidaria del castigo sin sentido, es decir, pienso que debemos enseñar a los niños a restaurar-reparar lo que han hecho si no ha estado bien; modificar una acción negativa y transformarla en una positiva, a través de la reflexión acerca de los propios actos, las consecuencias para el otro y uno mismo y la responsabilidad sobre el hecho.


Observar la diferencia:

  • Un niño ha roto un cuento a su hermana. Su madre como respuesta negativa le impone el castigo de no bajar al parque y le dice que tiene que pedirle perdón.

Este es el ejemplo típico de castigo que no hace reflexionar acerca de la acción; la consecuencia, que no es inmediata, no tiene mucho que ver con el hecho en sí, más bien es algo impuesto sin mucho sentido. Tú haces algo y yo te impongo que no vas a hacer esto. El niño no asume la responsabilidad sobre sus actos, no ha tenido opción de reparar el daño.

Desde la disciplina restaurativa se resolvería de la siguiente manera:

  1. Responsabilidad sobre el hecho: ¿qué ha pasado? ¿qué es lo que ha ocurrido? Daríamos la oportunidad al niño para que se explique y se responsabilice.
  2. Reflexión acerca de las consecuencias de sus actos:  ¿cómo crees que se ha sentido tu hermana?¿ está bien romper los libros? ¿ a tí te gustaría que te rompieran algo tuyo? Daríamos voz también a la otra parte para que explique que ha significado para ella el hecho de que le hayan roto el cuento.
  3. Búsqueda de una solución: Puede surgir del que ha hecho el daño o buscar una solución entre ambas partes implicadas. "voy a arreglarlo" "le compraré otro con el dinero de mi hucha" ...
  4. Cómo actuaremos de cara al futuro: para que esto no vuelva a pasar ¿qué debemos hacer? ¿cómo debo manipular un libro para que no se rompa (si ha sido por mal uso)? Si estoy enfadado ¿qué otras cosas puedo hacer en vez de romper el libro a mi hermana?
Ahora reflexionemos nosotros, ¿en cuál de las dos prácticas se adquiere un mayor número de aprendizajes positivos y recursos para el futuro? ¿ lo impuesto sin reflexión educa? ¿ 

Pienso que si enseñamos a los niños a responsabilizarse, de verdad, de sus actos, reflexionando sobre ellos y buscando soluciones de adultos serán personas más seguras, más coherentes, proactivas y empáticas. Además no tendrán miedo a equivocarse porque tendrán recursos para resolver situaciones... pero este es otro tema que me gustaría tratar en otro post...

Está es la manera por la que yo apuesto... ¿y vosotros? 

Espero vuestras reflexiones.





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